viernes, 11 de septiembre de 2009

EL VIOLÍN

Parafraseo al personaje de la película, a don Plutarco, los dioses crearon el viento, la tierra, el agua, los animales y los hombres, pero éstos últimos, se corrompieron con el tiempo: por eso hay hombres ambiciosos y hombres verdaderos.
La película “El violín” es una clara muestra de como la fuerza militar, sin compasión alguna, realiza la represión y matanza de algunos hombres que tienen detectados como subversivos. Lejos de la ciudad, del centro de donde pulula la información, donde la radio, la televisión y los periódicos omiten algunos sucesos que se han gestado en zonas marginadas, nos da como consecuencia que la población se levante en armas. Acciones que se siguen gestando y estarán latentes mientras el gobierno siga atropellando los derechos de todos los hombres.
“El violín” es una película que inevitablemente nos evoca a la música, pero lejos de situarla en ese sólo aspecto, proyectándonos más allá, bien podría interpretarse como el acto de violación, como acto de tortura que sufre una de las guerrilleras; también podríamos interpretarlo como la violación de principios y derechos humanos a esta población, donde, para dar un ejemplo evoco una parte de la filmación: a don Plutarco, después de caminar mucho desde el refugio hasta al rancho de su patrón, le pide de favor que le venda una burra. El patrón acepta pero con la condición de que le entregue la siembra de sus diez hectáreas. Dice, para ver la realidad del asunto, que: como eres mi amigo Plutarco te la vendo por la cosecha. Pero para asegurarme, te pido que me firmes. Y lo hace firmar en un papel en blanco ante la mirada incrédula del supuesto amigo.
La película es un réquiem al hombre, un himno a la injusticia y una esperanza para quienes la miramos.

Juan Francisco García Reynoso

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