sábado, 18 de julio de 2009

El político mexicano no tiene palabra


El 5 de julio un alto porcentaje de la población no fue a votar. El problema está en que la gente ya no cree. A la mente se me viene un ejemplo: cuando llegaron los occidentales con la acción de colonizarnos, de perpetuarnos hasta el tuétano la religión cristiana con la esperanza y la recompensa de un paraíso, ¿qué hemos obtenido de ello? Veo a nuestro pueblo hastiado de promesas que no se han cumplido. Me queda claro que el gran problema de nuestra gente, esa apatía por el no asistir a las urnas a emitir su derecho a elegir, reside en la denostada idea que da por hecho de que el mexicano no es consecuente. Todo lo deja a medias tintas. A lo largo de la historia, y vaya que nos reivindica en el punto, las guerras que hemos sufrido para nuestro supuesto bien, se han quedado en un mero intento por hacernos creer lo que no ha pasado. Vivimos en la especulación y la simulación. Concretamente, la Revolución Mexicana no ha repercutido lo necesario como debiera, los pobres siguen siendo pobres y los ricos siguen siendo pocos. Ya no hay haciendas pero es lo mismo, ahora son empresas transnacionales. En el caso de la independencia (ja ja –me río-) basta que a nuestra mente vengan aquellas palabras de Aguilar “Zinzer”: “somos el patrio trasero de EEUU.” En cuanto a la reforma…, en cuanto a la expropiación del petróleo. Basta, no hay ni existen tantos logros consumados, definitivamente ante esa carencia de convicción en las acciones por parte de los políticos que nos representan y nos han representado, no hay por que criticar a la ligera esa ausencia de la ciudadanía el 5 de julio. Es un problema histórico.
Cuando despejamos todo esta telaraña de falsedades, cuando descubrimos que los de derecha, centro y de izquierda piensan en lo mismo (no todos, pero casi todos), en el poder por el poder, como si fuesen niñitos de primaria presumiendo quien tiene más amigos, más pelotas y queriendo demostrar con ello quien es el más fuerte, me da risa y miedo; por la sencilla razón de que aquellos traumas de niño se han potenciado y ahora las expectativas en sus vidas, también.
A la gente se le debiera exigir y no conceder el derecho, como lo estipula nuestra constitución, al voto. Pero me pregunto, ¿Qué sentiría usted, si le obligaran a comer nieve de “zapote”, habiendo tantos sabores que elegir? El referente es muy simple, a todos los ven como cortados por la misma tijera. Rara vez votan por un candidato, y ahí me detengo, porque no quiero tocar ahora el tema de AMLO ni de Peña Nieto, será en otra ocasión.

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