jueves, 18 de septiembre de 2008

sobre el uso político del dolor.

De tragedias se alimentan

Con motivo del acto terrorista que provocó la muerte y hospitalización de varias personas, además de indignarme como cualquier ser humano y sentir repulsión ante un acto tan cobarde, me puse a pensar que las condiciones del atentado fueron extrañas. No hubo notas del narco atribuyéndose el atentado, como se venía haciendo costumbre, es una forma de operar nunca antes vista en caso de que haya sido el narco (puesto que no tiene un objetivo claro). Estas condiciones tan extrañas han hecho que un amigo haya llegado a pensar, y me lo haya manifestado, que era un crimen cometido directamente por el Estado. Este pensamiento, si bien especulativo, esta empezando a permear en un sector de la sociedad mexicana, ante esto, escribo este artículo, en el que, evidentemente, no pienso, ni quiero, deslindar responsabilidades. Este es un intento por anticiparme al reacomodo político y por señalar a los beneficiarios de este acto criminal.

El 16 de Septiembre, Felipe Calderón se pronunció respecto a estos actos. Utilizó, además de adjetivos (algunos bastante exactos) para describir a los autores del atentado, un discurso típico de la derecha, promovió la unidad, amenazó a quienes atizan el encono, a quienes promueven la división, advirtió que no se puede atentar contra el Estado. Todo esto fuera de lugar, puesto que la inseguridad siembra miedo, terror y pánico pero no atiza el encono, puesto que lo que se cometió no fue un atentado contra el Estado (el estado se entiende como el conjunto de instituciones que tienen el poder para regular y proteger la organización de la población), fue contra la población. Este discurso es muestra de la utilización del sufrimiento ajeno para fines políticos, el fin es claramente, mandar un mensaje a los opositores a las políticas de izquierda (el movimiento obradorista, el magisterio, la otra campaña, el MLN, etc.) y a su ves ir creando la atmósfera para justificar la represión. Ahora imagino a los locutores, ante la privatización del petróleo, llenándose la boca con frases huecas y “nacionalistas”, tales como: “no se puede permitir la división”, “tenemos que estar unidos”. En este contexto, es lamentable, aunque no extraño, que Nueva Izquierda haya hecho suyo tal discurso, por medio del presidente del PRD.

El acto terrorista se convierte en eso en la medida que provoca terror en la población, este acto ya ha producido terror, la gente tiende, ante el terror, a entrar en un estado de inmovilización, tiene miedo de salir a la calle, tiene miedo de hacerse notar, y tiende, a manera de protección, irse del lado del poder. ¿A quien le conviene eso? Me pregunto yo.

Hablando en términos de reacomodos políticos se fortalece la idea de la necesidad de ayuda externa para aumentar la seguridad. Se vislumbra un reacomodo en la composición y organización de las instituciones de seguridad nacional, un movimiento que cambiará la correlación de fuerzas al interior del Estado: la creación de la policía única. Institución anticonstitucional que estará por encima del ejército mexicano, esta iniciativa pondrá al actual Secretario de Seguridad Publica federal en uno de los lugares privilegiados con un poder que podría llegar a compararse con el del Ejecutivo Federal. Evidentemente, hay una estrategia política para justificar esta policía ilegal, de la cuál forma parte central Iluminemos México, brazo “ciudadano” de García Luna. Este atentado, eventualmente, sería un acicate para que Calderón autorice dicha policía, dado que, según algunos medios, las reservas de Calderón respecto a esa nueva policía se deben a presiones de sectores militares (incluso hay que tener en cuenta el lugar del atentado).
A todas luces las consecuencias políticas derivadas de los actos terroristas benefician al gobierno y por ende al PAN quienes en esencia, son los defensores de la “venta de garage” donde se malbaratan los recursos naturales y humanos del país, el patrimonio de la nación. Benefician también de manera individual a Genaro García Luna, Secretario de Seguridad Pública federal, quien posiblemente (si el ejército y nosotros lo permitimos) aspirará a ser quien encabece el poder armado con más influencia y más omnipotente en la historia del país.

Ante este oscuro panorama no podemos quedarnos callados, seríamos cómplices de la represión si hiciéramos eso, menos aún podemos ser complacientes con el discurso de la derecha, estaríamos traicionando la búsqueda por un país mejor. Hay que explicar a la sociedad civil, sin perder la repulsión hacia esos actos, que el debate de la unidad es una falacia, que el concepto de Nación, no es precisamente el de Estado. Hay que explicarle que a quien verdaderamente favorecen esos atentados, no son precisamente mexicanos y tampoco son narcos. Hay que descubrir la estrategia para crear la policía única, desnudemos la pretensión de concentrar tanto poder en manos de un solo personaje, representante y aliado a la clase empresarial, la cuál ha patrocinado sin escrúpulo alguno su “movimiento ciudadano”.

Por último creo necesario empezar a nombrar con motes claros a quienes se autoproclaman de izquierda y en los hechos, y hasta en el discurso son de derecha. Quienes actualmente no sólo compran el discurso derechista, también lo hacen suyo, y lo venden como si representara a todo un partido (PRD). Esos oportunistas son nuestros aliados electorales de derecha, si el PRD no se rompe, así es como los tenemos que ver, no podemos esperar nada de ellos, sólo discursos sofistas y huecos. La derecha se ha metido al PRD, si bien es una derecha light, le corroe los principios y los orígenes al partido.



Seamos realistas, patria para todos.

Valentino Omaña G.

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