martes, 30 de septiembre de 2008

En colosal derrota para Bush, fue rechazado el plan de rescate de la jornada

El presidente George W. Bush, tras la colosal derrota política en la Cámara de Representantes, aseguró que continuará con la promoción de su iniciativa de rescate de Wall Street



■ La votación en la Cámara de Representantes quedó en 226 votos contra 207

■ La sorpresa ocasionó un sismo en la bolsa de valores; el Dow Jones cayó 6.98%
■ Se esfumaron 1.1 billones de dólares en el valor de las acciones en Wall Street en sólo un día

George W. Bush se encamina a la Oficina Oval de la Casa Blanca, en Washington, después de declararse “decepcionado” por el fracaso de su plan de rescate financiero Foto: Ap
Nueva York, 29 de septiembre. En lo que marca una colosal derrota política para el presidente George W. Bush y para el liderazgo legislativo demócrata y republicano, la Cámara de Representantes rechazó hoy el plan de rescate financiero, provocando un sismo en los mercados financieros y desesperación entre la cúpula política y financiera de este país.
Ante el asombro del liderazgo de ambos partidos y de Wall Street –todos observaban voto por voto lo que ocurría en la Cámara– el proyecto de ley que autoriza 700 mil millones para rescatar el sector financiero fue derrotado esta tarde por 226 votos contra 207, sacudiendo a Washington y Wall Street.
Tomados por sorpresa, los mercados financieros reaccionaron de inmediato, con una caída del índice de industriales Dow Jones en la bolsa de valores de Nueva York de 6.98 por ciento, la mayor pérdida en un solo día en la historia, y en el índice más amplio, Standard & Poor’s de 500 valores, se registró el peor desplome en 20 años, con 8.77 por ciento. En total, se esfumaron 1.1 billones en el valor de las acciones en Wall Street en sólo un día.
Varios corredores y analistas en Wall Street declararon que no podían creer lo que estaban viendo.
El precio del petróleo también sufrió una baja por la preocupación de que esto llevará a reducir aún más el crecimiento económico (y por lo tanto la demanda). Por otro lado, los mercados de crédito virtualmente no están funcionando por el momento, lo cual amenaza las operaciones cotidianas de la economía.
Lo más dramático es que este voto representó, por lo menos superficialmente, una rebelión contra el presidente Bush, los líderes republicanos y demócratas en el Congreso, y hasta contra los dos candidatos presidenciales (quienes expresaron su apoyo a la iniciativa) de parte de los representantes de ambos partidos. O sea, toda la cúpula política de Washington fue desafiada hoy por sus filas, algo que nadie recuerda que haya sucedido antes.
Sin embargo, más a fondo, fue producto de un juego político que al final sorprendió a todos, con pocos legisladores de ambos partidos dispuestos a apoyar una iniciativa políticamente tóxica frente al electorado, y los cálculos de otorgar suficientes votos de cada lado, pero no más de los necesarios, acabaron hundiendo esta iniciativa, por ahora.
De inmediato, en el Capitolio comenzó una nueva ronda de negociaciones para lograr cambiar el voto de suficientes legisladores (se necesitan que unos 10 que votaron en contra voten a favor) y se espera que se realizará otro voto en la Cámara de Representantes esta misma semana, tal vez el miércoles o el jueves. A la vez, también hay la opción de que el Senado realice un voto primero, donde hay mayor apoyo bipartidista. Algunos en Wall Street y en Washington están contando que el desplome dramático en las bolsas de valores sirva como presión política para cambiar el voto de suficientes legisladores.
Sin embargo, el constante refrán escuchado por las calles en todas las esquinas de este país, “y nosotros por qué vamos a rescatar a los ricos”, combinado con el principio conservador que repudia la intervención del gobierno en el “mercado libre”, continúan generando presión popular sobre los políticos.
El proyecto de ley fracasó hoy, sobre todo por la falta de apoyo de las filas republicanas de la cámara baja, pero también un número significativo de disidentes demócratas sellaron el resultado. Un 60 por ciento de los demócratas votó a favor y 66 por ciento de los republicanos votó en contra; el liderazgo demócrata logró obtener 140 votos de su bancada, y el liderazgo republicano falló en entregar los 80 que pensaban que tenían, y al final sólo obtuvieron 65.
Bush se dijo “decepcionado” por el fracaso y afirmó que continuará promoviendo la iniciativa. Su secretario del Tesoro, Henry Paulson, afirmó que “esto es demasiado importante para permitir que fracase” y aseguró que seguirá trabajando con el liderazgo legislativo para lograr algo lo antes posible.
La presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, afirmó que se buscaría resolver el asunto ya que “la legislación fracasó, pero la crisis sigue con nosotros”.
Mientras tanto, McCain y Obama intercambiaron acusaciones de juego partidista y dijeron que eso ayudó a descarrilar este voto, e instaron a todos a retornar a un camino “bipartidista”.
Acusaciones sobre quién es responsable comenzaron inmediatamente después del voto; líderes de ambos partidos, y las campañas electorales presidenciales declararon que el otro partido falló en asegurar suficiente apoyo entre sus filas.
Pero es evidente que la debilidad del presidente Bush fue un factor, ya que a pesar de su mensaje al país la semana pasada, trasmitido en vivo desde la Casa Blanca, instando a los ciudadanos y sus representantes políticos a apoyar esta iniciativa, su declaración de anoche elogiando el acuerdo bipartidista, y de llamadas personales a representantes de su partido solicitando su voto, las filas republicanas votaron contra el presidente y sus líderes en el Congreso (los dirigentes de la bancada republicana votaron a favor de la iniciativa).
Vale recordar que el candidato presidencial republicano, John McCain, hizo todo un espectáculo sobre cómo suspendía su campaña electoral para regresar a Washington a “salvar” este proyecto, obligando a su contrincante Barack Obama a hacer lo mismo.
Pero con las elecciones generales en cinco semanas, toda la clase política enfrenta, por un lado, una crisis financiera que los expertos, líderes políticos, economistas y más dicen que podría llevar al colapso no sólo del sistema económico estadunidense sino del mundo y, por otro lado, un plan de rescate que es poco popular entre los votantes de todo el país, y es criticado tanto por conservadores como por liberales, por imponer una carga extraordinaria sobre los contribuyentes (según algunos cálculos, es equivalente a una contribución de más de 2 mil dólares por parte de cada habitante de Estados Unidos).
“Yo he estado aquí mucho tiempo y emitido muchos votos difíciles en el camino. Pero no sé si hay uno más difícil que éste. Nadie quiere votar por esto, nadie quiere estar ni cerca de esto. Pero tenemos algo que podría funcionar”, afirmó el líder de la minoría republicana, John Boehner, ante el pleno de la cámara baja poco antes de la votación (él votó a favor). En efecto, ningún político desea votar por esto, y hoy se expresó esa renuencia.
Este debate sobre el proyecto de rescate de Wall Street ha ocupado durante 10 días a la cúpula política en Washington, y a la vez ha cambiado el terreno de la pugna electoral para todos, incluyendo los candidatos presidenciales. Todos tienen prisa para superar esta etapa y dedicarse a la elección, pero la crisis continúa obligando a los políticos ha enfrentarla, quieran o no.
Fin de Wachovia
Hoy, en otro ejemplo del contagio sistémico de la crisis se anunció el fin de otro banco más, Wachovia, vendido a un precio devaluado a Citigroup. La lista de bancos fracasados o tambaleando continúa alargándose (la semana pasada marcó el fin de Washington Mutual, el fracaso bancario más grande de la historia estadunidense) y ante la demora de una respuesta de Washington, las cosas empeoran. “¿Qué tan cerca del precipicio queremos llegar?”, preguntó el economista Jared Bernstein, del Economic Policy Institute, en entrevista con ABC News esta noche.
Así, un día que amaneció con el propósito de “calmar” la turbulencia por la que pasan los mercados financieros y empezar a restaurar la “confianza”, acabó con más caos. Y nadie sabe qué pasará ahora.

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